La sangre se separa básicamente en dos productos: concentrado de glóbulos rojos y plasma sanguíneo, aunque se pueden obtener más fracciones (crioprecipitado, plasma rico en plaquetas,...).
La ventaja de disponer de los diferentes productos sanguíneos es que podemos administrar el componente más adecuado en cada caso, minimizando así posibles reacciones adversas y optimizando los recursos.